Sesión binacional amplia virtual de PCCV, con apoyo del Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad del Norte.
I parte. Restablecimiento de las relaciones binacionales colombo- venezolanas: impacto en los negocios y el comercio.
Moderador Héctor Galeano, profesor del Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad del Norte. Nuestros agradecimientos por aceptar la invitación a esta sesión binacional promovida por la red PCCV. Queremos apoyar desde la universidad el trabajo y camino desarrollado por esta iniciativa, sumado a los esfuerzos de las cámaras de comercio de ambos países. En este conversatorio queremos abordar las expectativas y perspectivas alrededor del reinicio de las relaciones entre Colombia y Venezuela, en especial en el comercio, teniendo en cuenta que cada país fue el principal socio comercial del otro.
María Luisa Chiappe, presidenta ejecutiva de la Cámara de Comercio Colombo-venezolana (CCV). Desde la CCV vemos buenas perspectivas de recuperación del comercio binacional, principalmente por las condiciones de la economía venezolana. Los últimos 7 años fueron muy traumáticos para Venezuela por una grave recesión, con caídas del Producto Interno Bruto (PIB) del 28 y 30% en 2018 y 2019, respectivamente. La economía venezolana ha estado debilitada no solo por el cierre continuado de la frontera, sino también afectada por la falta de demanda. En los dos últimos años hemos visto una recuperación, en 2021 la economía creció casi un 7%, con estimaciones de crecimiento del 10% para 2022, y del 8% para el 2023, por entidades como el Fondo Monetario Internacional (FMI) que siempre ha sido muy severo en sus apreciaciones sobre Venezuela. De todas maneras sigue habiendo una gran diferencia entre el PIB de Colombia y Venezuela, siendo el de Colombia cuatro veces mayor. En términos comerciales, habrá un rebote de la economía venezolana, pero no se puede esperar por ahora los máximos de intercambio del 2008, de 7.200 millones de dólares.
Queremos que el comercio sea equilibrado entre ambos países, pero será difícil más allá de las declaraciones diplomáticas y de los buenos deseos. El principal sector productivo de Venezuela seguirá siendo el petróleo por mucho tiempo, pero Colombia no compra petróleo. Ese desequilibrio puede percibirse en los datos históricos desde el 2000 al 2020, inevitable por la estructura productiva de los dos países. El comercio de Colombia con Venezuela tiene una particularidad que no tienen las relaciones comerciales con Estados Unidos o Europa, donde prevalecen las exportaciones de materias primas básicas -productos de la minería y petróleo-. El mercado venezolano es, por excelencia para la industria manufacturera colombiana, un mercado de valor agregado donde se incorporan materias primas y empleos nacionales.
El comercio entre ambos países ha sido muy bajo en los últimos años, comparado con las épocas de grandes exportaciones entre 2006 y 2009, con exportaciones desde Colombia de 200 millones de dólares cuando había alcanzado cifras de casi 6.000 millones de dólares. Nos satisface la recuperación pero no debemos perder de vista que todavía es un comercio incipiente. Hasta septiembre de 2022 tuvimos 457 millones de dólares en exportaciones, con importaciones desde Venezuela que apenas llegaron a los 58 millones de dólares. Los principales sectores que participan en las exportaciones hacia Venezuela son los de alimentos, productos químicos, agropecuarios y materias plásticas. Curiosamente también está la fundición de hierro y acero, lo que refleja el deterioro de la industria siderúrgica venezolana. Entre los productos exportados destacan las grasas y aceites vegetales, con una gran producción de aceites a ambos lados de la frontera. También la confitería, plástico, empaques de papel y cartón, fertilizantes, combustibles, aceites minerales y productos farmacéuticos. Destacamos el valor agregado del comercio de manufacturas entre ambos países, que se debe preservar. Inclusive en la Comunidad Andina de Naciones (CAN) se trató de establecer un mercado de manufacturas significativo, que terminó siendo representado en más de un 50% por el que ya existía entre Colombia y Venezuela.
Los alimentos, los productos de la industria química, y las confecciones son sectores con potencial y oportunidades en la reconstrucción de la relación binacional. Sin embargo, la canasta exportadora a Venezuela ha cambiado, perdiendo espacios de participación frente a países como China y Brasil. En las épocas de bonanza comercial los principales proveedores de Venezuela fueron, en orden de importancia, Estados Unidos, Colombia, Brasil y China. Hoy, China es el principal proveedor, seguido por Estados Unidos, Brasil y Colombia en cuarto lugar (pasando del 13% al 5%). En esto se debe enfocar la política comercial, y hay buenas perspectivas entre los industriales comerciales que se recuperará ese mercado.
Carlos Luna, presidente ejecutivo de la Cámara de Integración Económica Venezolana Colombiana (Cavecol). En el período comprendido entre 1996 y 2003, la balanza y el intercambio comercial binacional estaba impulsado mayormente por las exportaciones venezolanas. En el 2001 comenzó a cambiar cuando las importaciones desde Colombia empezaron a superar las exportaciones venezolanas. Entre el 2006 y 2009 se alcanzó el máximo de este intercambio, de 7.200 millones de dólares, apalancado por las importaciones desde Colombia.
Hoy, comparativamente hablando en el período enero-septiembre 2021 con el mismo período en 2022, observamos una tendencia creciente con un intercambio comercial del 87%. Ese 87% representa 513 millones de dólares, superando con creces los niveles del 2021. Sin embargo, las importaciones que se hacen desde Colombia sostienen y mantienen el intercambio comercial. El crecimiento de las exportaciones venezolanas es de 14 a 16% entre estos últimos dos años respectivamente, lo que indica que la economía venezolana sigue siendo muy pequeña y contraída comparada con la colombiana. Venezuela exporta hacia Colombia, principalmente, materias primas, productos químicos inorgánicos, materias plásticas y de manufactura, aluminios y productos siderúrgicos. Observamos que la canasta de importación de Colombia, como ya se mencionó, es más diversificada con mayor valor agregado, haciendo énfasis en azúcares y artículos de confitería. Hay un crecimiento en las exportaciones de 2019 a 2021, que alcanza los 69.36 millones de dólares, significativo aunque sigue siendo pequeño, asociado al comportamiento del PIB venezolano que, según el FMI, está creciendo a modo de rebote. Las estimaciones del FMI son de un crecimiento del 1.5%, para el Banco Suizo del 20%, para la Comisión Económica para América Latina del 10%, y para el Banco Central de Venezuela del 18.7%.
A partir de la victoria de Petro en Colombia, ha habido señales muy positivas en cuanto puntos de encuentro y convergencia entre el gobierno colombiano y el venezolano, especialmente en una agenda que contempla restaurar las relaciones diplomáticas y consulares, los lazos comerciales, reimpulsar el flujo de transporte terrestre, aéreo, marítimo y fluvial, y reactivar los espacios de concertación entre los dos países. En esos espacios de concertación pasa la renegociación del Acuerdo de Alcance Parcial N° 28, que en su momento se hizo a espaldas del sector privado venezolano y que cercenó la posibilidad de que existieran recomendaciones respecto a las mejores alternativas, lo que generó distorsiones y desequilibrios en la relación comercial binacional. Con este proceso, se presenta ahora una ventana de oportunidad en el relanzamiento del intercambio comercial formal, y de inversiones, sobre la base de la complementariedad. Cuando se cerró la posibilidad de comercio con Venezuela, Colombia trató de firmar tratados de libre comercio con muchos países de occidente, intentando buscar una economía que le resultara tan complementaria como la venezolana. Es hora de retomarla.
Entre los sectores que se benefician más de este intercambio encontramos los suministros industriales, los equipos de transporte, los bienes de capital, alimentos y bebidas, y los combustibles y lubricantes. Esto depende de la voluntad política de los gobiernos, que esperamos se mantenga estable, para enviar señales de confianza y certidumbre a los mercados internacionales y a los inversionistas, que fortalezcan la relación venezolano-colombiana. Tenemos áreas de oportunidad en el restablecimiento de los canales de comunicación que permitan la reinstitucionalización, en un entorno complejo de comercio exterior en Venezuela, en la menor complejidad de muchas de las operaciones terrestres del comercio exterior, e identificando brechas en los esfuerzos por garantizar un comercio leal y equilibrado. Todo esto permitirá lograr estabilidad, disminuir distorsiones y combatir el contrabando.
A pesar de tener una economía pequeña, Venezuela representa una oportunidad para Colombia en materia de bienes para cubrir oferta en alimentos y bebidas, medicamentos, insumos industriales y agrícolas, juguetes, productos para mascotas y equipos tecnológicos. Todo ello mediante un proceso de participación en la economía venezolana que necesita inyección de dinero, a través de mecanismos de inversión extranjera directa y del mercado de valores. Otras áreas de oportunidad para los servicios colombianos en Venezuela son las ventas al por menor, el turismo -especialmente en las zona de frontera -en el corredor Mérida-Táchira-Santanderes-, la energía eléctrica, el transporte terrestre y logística, los servicios de conocimiento. Es fundamental que haya un esfuerzo de ambos gobiernos para mejorar las condiciones y situaciones de seguridad, y de presencia del Estado, a ambos lados de la frontera.
Pese a haber buenas perspectivas, solamente el 10% de la población venezolana, que equivale a 2.700.000 habitantes, es la que podrá soportar el consumo de productos colombianos, los estratos A y B, que corresponden a la clase alta y a la media alta, con ingresos mensuales mayores a 2000 dólares y entre los 500 y 2000 dólares, respectivamente. Los estratos C, D y E, tienen mucha más dificultad para adquirir productos. Tenemos que trabajar en la comprensión de las capacidades productivas y en la recuperación de la complementariedad de las cadenas binacionales. Allí, CCV y Cavecol han trabajo, de la mano del Banco de Desarrollo de América Latina, para estudiar las cadenas de valor binacionales, la promoción del comercio formal, la lucha contra el contrabando, la implementación de un sistema expedito de medios de pago, y la comprensión del alcance de las sanciones en Venezuela.
Como hoja de ruta debemos avanzar progresivamente en la reinstitucionalización de la relación. Primero, con una reforma del Acuerdo de Alcance Parcial N°28, que nos dará un marco referencial importante y una recuperación de la confianza. A mediano plazo debe negociarse un acuerdo más amplio de complementación económica, al tiempo que trabajemos en un acuerdo de promoción y protección de inversiones. Segundo, suscribir un acuerdo para evitar la doble tributación en materia de impuestos sobre la renta. Y finalmente, trabajar en función de aprobar, a ambos lados de la frontera, un acuerdo sobre el transporte internacional de carga y pasajeros por carretera entre Colombia y Venezuela, que ya está suscrito por la Asamblea Nacional venezolana pero que debe ser suscrito aún por el Congreso colombiano. Todo representa pasos importantes que permitirían, a largo plazo, el retorno de Venezuela a la CAN.
Arnold Gómez, profesor del departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad del Norte. Quisiera hacer varios comentarios sobre las intervenciones anteriores, y desde mi experiencia como empresario residente en Venezuela por varios años.
Primero, y fue ya mencionado por María Luisa Chiappe, los mercados para ambos países son muy significativos, ya sea en importaciones o exportaciones. Que se pueda volver a tener un intercambio libre implica beneficios para las industrias y los comercios en ambas economías. Segundo, sobre la regularización en el tema institucional. Incluso antes de romperse las relaciones binacionales había muchas dificultades en materia de medios de pago que frenaban el comercio. Esperamos que se repliquen medidas modernas que se utilizan con otros países, distintas al pago anticipado que suele ser complicado. Y tercero, sobre los recursos humanos. Colombia ha recibido un flujo migratorio desde Venezuela bastante importante en los últimos años. Esa migración, desde el punto de vista empresarial, debe ser vista como una oportunidad. El recurso humano que ha llegado desde Venezuela, en la experiencia vivida en la costa caribe colombiana, es altamente capacitado. La reapertura también debería considerar el libre tránsito de trabajadores especializados, puesto que para la industria es muy importante contar con personas y empresas que presten servicios tanto en Colombia como en Venezuela. La complementariedad ayuda a la integración, aprovechando la cercanía de ambos países.
Colombia y Venezuela tienen una gran oportunidad también en el Caribe, por ser economías más grandes que la mayoría de los países de la región, para prestar servicios y productos en un mercado común. Hace 10 o 15 años, ambos países se complementaban en la industria del cemento para las islas del Caribe, por ejemplo, pero hoy esos espacios de mercado han sido ocupados por otras economías como las de México y Turquía.
Socorro Ramírez, PCCV. Es fundamental que profundicemos en los desafíos que ambos países tienen planteados hoy, en un contexto nacional, binacional e internacional mejor del que se vivió en los últimos 4 años de rupturas y tensiones. En primer lugar, el contexto venezolano, en la perspectiva de la negociación entre el gobierno y la oposición en la mesa de México, la presión internacional para que en esa mesa en México se puedan definir condiciones electorales para comicios democráticos, y la preparación de las elecciones primarias para encontrar un candidato único de las oposiciones, sin duda son elementos importantes y desafíos urgentes que demuestran que la relación binacional entre Colombia y Venezuela puede desarrollarse en mejores condiciones. Se debe hablar mejor de reconstrucción de la relación y no de normalización, para no dejarla reducida al diálogo entre los gobiernos centrales. Hoy más que nunca la perspectiva de la reconstrucción pasa, desde luego, por el restablecimiento pleno de las relaciones diplomáticas y consulares, el fortalecimiento de la acción entre distintos sectores como los económicos y gremiales de ambos lados, pero también de las autoridades locales que en momentos clave han tenido capacidad de tomar iniciativas importantes durante la ruptura y el cierre de la frontera. En este momento acoger el nuevo contexto, que también ocurre en Colombia con el nuevo gobierno y en la comunidad internacional con mejores elementos que impulsan la reconstrucción de la relación binacional, resulta crucial pero requiere de procesos sobre los que vale la pena insistir. Ya se ha planteado la necesidad de que los pasos fronterizos formales se abran plenamente, pues los frecuentes cierres generaron grandes daños para las poblaciones, la seguridad y el comercio formal de los dos países. También se ha insistido en la necesidad de reconstrucción de algunos puentes intrnacionales deteriorados en la perspectiva de fortalecer los pasos formales, para que el flujo de personas y del comercio tengan mayor dinamismo. El tema de la reapertura consular sigue siendo urgente, pues inició pero muy lentamente. Del lado colombiano se han empezado a abrir algunos consulados, observando que la infraestructura de los que tuvo en Venezuela está deteriorada. Del lado venezolano ese proceso está aún más retrasado. Es importante que se puedan reanudar esos servicios consulares, pues su pleno funcionamiento facilita las gestiones que la población y el comercio requieren. Otro tema importante tiene que ver con las sanciones hacia Venezuela. Parte de la parálisis de la reanudación del transporte aéreo entre ambos países tiene que ver con el hecho que Conviasa, aerolínea estatal venezolana, no puede retomar las rutas hacia Colombia por la sanción a la que está sometida. Eso paralizó la autorización a las aerolíneas colombianas para volar hacia Venezuela. A estos temas que demandan urgente acción, se suma también la urgencia de restablecer el transporte terrestre de personas y mercancías por los pasos formales. Las rutas informales siguen siendo controladas por grupos armados irregulares, con grandes daños a la población y al comercio. El tema de seguridad es esencial de abordar, así como su control a lo largo de la frontera. Importante que la reconstrucción de la relación pueda profundizarse, no solo por esa urgencia de que el comercio recupere su dinamismo, que genera empleos y posibilidades positivas de integración para los dos países, y también por la importancia que tiene para ambas economías. El gran reto acctual es hacerle frente a esas dimensiones que siguen frenadas.
Preguntas y discusión
María Luisa Chiappe. Quisiera hacer dos comentarios breves. El primero tiene que ver con las sanciones. Creo que debemos separar los temas de política interna de la relación binacional. Sin embargo, la ruptura política en Venezuela es tan grande que ha logrado, en este momento, frenar la recuperación del comercio colombo-venezolano. Las sanciones son un obstáculo significativo, que afectan también la reconstrucción de la infraestructura en Venezuela, como el sector eléctrico o las industrias. Si bien es cierto que la industria colombiana es la protagonista de la relación comercial, no debemos olvidar lo que mencionó Carlos Luna sobre las cadenas productivas, como la petroquímica, la siderúrgica metalmecánica y la automotriz de autopartes que fueron ejes de la relación comercial binacional. Mientras haya sanciones será muy difícil recuperar esas cadenas productivas. El empresariado colombiano podría jugar un papel interesante, tanto el sector privado como el público, para ayudar a reconstruir el sector eléctrico de Venezuela, pero las sanciones de por medio no permiten esos caminos. Tanto la reconstrucción de la infraestructura venezolana, como en alguna medida del comercio binacional, pasan por el éxito del diálogo entre el gobierno y la oposición. De lo contrario tendremos las sanciones como limitante y amenaza.
Carlos Luna. Si bien desde Cavecol somos partidarios de no hacer parte del debate político, hay señales que nos indican que hay un cambio sustantivo sobre un proceso de transición. Debemos recordar que Venezuela se dirige a un período electoral en 2024 y 2025, susceptible de algún tipo de modificación, porque una de las grandes prioridades del gobierno nacional es la búsqueda de legitimidad internacional, por lo que necesita reconducirse por senderos democráticos, plenamente admitidos y aceptados por la comunidad internacional. Además, se debe aprovechar la coyuntura del manejo de la política de Estados Unidos hacia Venezuela en una dinámica de soft-power, donde pareciera que hay un reconocimiento tácito de que la estrategia de presión no dio resultados. Debemos entender también que producto de la reciente crisis económica en Venezuela, el 100% de las importaciones del país son financiadas por el sector privado. Esto es una ventana de oportunidad para el gobierno, para el libre juego de la oferta y la demanda, para no cercenar el mercado en Venezuela enviando señales claras, de certidumbre, de seguridad y de institucionalidad que le ayuden a legitimarse. Pareciera que se entendió, desde la élite gobernante venezolana, que el mercado y el sector privado son necesarios.
Héctor Galeano. Para María Luisa Chiappe, ¿cree que el acuerdo de alcance parcial que suscribieron ambos países en 2011 es suficiente para el futuro de las relaciones comerciales?
María Luisa Chiappe. Es un acuerdo muy débil comparado con los acuerdos que hubo en la CAN. Habrá que materializar el reingreso de Venezuela a la CAN para que podamos tener toda la riqueza normativa y la seguridad institucional que nos brinda en asuntos comerciales.
Anaís López. El sector eléctrico, y toda el área de servicios en Venezuela, venía en franco deterioro, mucho antes de cualquier sanción. Nadie desconoce hoy el impacto que estas últimas han tenido en lo que ya estaba mal, pero son solo una parte de la explicación. El asunto es que por mucha distancia que se quiera tomar del problema de la política interna, este atraviesa cualquier posibilidad de reinstitucionalización interna y binacional, y la política interna incluye la severa migración forzada, el éxodo de personal técnico capacitado y el desprecio profundo que domina la lógica del gobierno venezolano, por ejemplo, con la publicación de indicadores confiables de información. Claro que las sanciones son un instrumento inútil, no solo no funcionaron, sino que se han convertido en el escudo que explica todos los males de la nación en la narrativa del gobierno de Maduro hoy. La economía venezolana iba a colapsar porque los precios del petróleo colapsaron a finales de 2014, porque el mal manejo, y la corrupción, llevaron a PDVSA a la quiebra, porque Venezuela se endeudó y no pagó, etc. Colombia es un actor clave para ayudar/influir en una reinstitucionalización de las instituciones y la vuelta de Venezuela no solo como socio comercial confiable. Su regreso al sistema interamericano es fundamental.
Gilberto Rangel-Castro. Observo que el tema principal solo se enfoca en el comercio, pero no en el tema de violación de DDHH. Esto está relacionado con el «reingreso» a la CAN, así como también con el tema de seguridad jurídica a nivel comercial. Esperamos que no sea solo por la coyuntura de unas próximas elecciones.
Héctor Galeano. Socorro Ramírez contextualizó muy bien el tema internacional, sobre los puentes que se pueden construir en la relación binacional por cuenta del replanteamiento de la relación de la Unión Europea y Estados Unidos con Venezuela. Ahora tenemos presente a un actor que antes no se tenía, China, especialmente en su participación en las canastas de importación. ¿Qué tan vulnerables somos frente a un mercado que es tan fuerte en producción y mano de obra como el chino? ¿Es factible recuperar ese mercado sin una verdadera reincorporación de Venezuela a la CAN, o por lo menos con un acuerdo más fuerte?
María Luisa Chiappe. Creo que es fundamental la riqueza normativa y la fortaleza de la CAN, para sustentar el comercio entre ambos países. Debemos orientar todos los esfuerzos a la reincorporación de Venezuela a la CAN. Hablando en términos de productos y mercados, China sustituyó en buena parte el mercado de confecciones, muy difícil de recuperar por los costos de producción mucho menores que los nuestros. Del mismo modo sucederá con otros productos. China es un gran competidor para Colombia.
Carlos Luna. Lo que creo que puede jugar un papel preponderante, en este caso, son los costos de transporte, de encadenamientos y los derivados de las cadenas de valor global. Es más sencillo, económico y factible negociar, y comerciar, con un vecino que con un país que está al otro lado del mundo. Si bien la ONU ha indicado que habrá una paulatina recuperación del comercio marítimo internacional, el conflicto entre Rusia y Ucrania y la recesión económica en China han generado un golpe significativo al comercio internacional global. En ese contexto, la complementación económica entre Colombia y Venezuela con el conocimiento mutuo y de los patrones de consumo, puede servir para suplir la oferta china en nuestros mercados.
Mayra Medina. Más allá de las sanciones que son relativamente recientes es claro que el deterioro de la infraestructura económica en Venezuela limita las oportunidades de integración económica, sumando además las fallas en la institucionalidad.
Carlos Luna. Eso debemos compartirlo. No es que en los últimos 22 años hemos permanecidos dormidos, sin enterarnos de la realidad política de nuestro país. Debemos tener una visión prospectiva de los escenarios y oportunidades que se nos pueden abrir en el horizonte, respecto de una relación binacional con gran potencialidad, más allá de los conflictos y circunstancias políticas que puedan existir. Sabemos bien las incertidumbres y retos, pero debemos pensar para superar las limitaciones de un contexto nacional, binacional e internacional complejo. Existen ansias, expectativas y solidaridad entre ambos países para hacer negocios y para reconstruir un tejido social que no ha desaparecido.
María Luisa Chiappe. Celebramos con entusiasmo la recuperación evidente de la economía venezolana. Sin embargo, esa recuperación va a depender, irremediablemente, de la industria petrolera y de la posibilidad de exportar petróleo. Ese renacer se lo debemos básicamente al conflicto entre Rusia y Ucrania, a la necesidad de sustituir las importaciones petroleras desde Rusia hacia Venezuela. Esa coyuntura nos abrió la puerta de rescatar el comercio binacional.
Carlos Luna. Queda mucho por hacer. Sabemos las limitaciones, problemas y obstáculos que tenemos. Es importante rearmar, y reunir nuevamente, a los sectores productivos venezolanos para construir una oferta exportable venezolana. No es lo único que se necesita, pero debemos empezar con algún paso. Tenemos dos grandes retos. Primero, recuperar la confianza, la estabilidad y la institucionalidad en el proceso económico y político. Y segundo, tratar de reeducar a los actores económicos y sociales en el sentido de revertir el comercio informal hacia la formalidad. Mientras que prolifere el contrabando y la informalidad, alimentamos la violación de derechos humanos y los procesos irregulares. Si las autoridades retoman el control, con una verdadera presencia y participación de los Estados y de la institucionalidad, ayudaremos a enfrentar ese flagelo.