24 de febrero de 2022. Sesión binacional de PCCV

12Abr

La sesión abordó la relación colombo-venezolana en la encrucijada geopolítica global, específicamente en la actual crisis entre Rusia y Ucrania, desde cuatro perspectivas.  

La primera intervención, realizada por el profesor Vladimir Rouvinski de la Universidad Icesi, abordó los acontecimientos entre Rusia y Ucrania, que conllevaron a la situación actual. Antes de disolverse en 1991, la Unión Soviética era un país multiétnico que reconocía la existencia de cerca de 180 grupos étnicos diferentes. A pesar de esta complejidad, y que hubo guerras étnicas después del colapso de la Unión Soviética, la separación fue en su mayoría pacífica. Los actores centrales de estos procesos estuvieron de acuerdo con principios básicos sobre los cuales se construirían los nuevos Estados, sin cuestionar el derecho de estas repúblicas independientes de ser soberanas. Esto último lo quiere olvidar Putin. En 1994, con la firma del Memorándum de Budapest, Rusia, Bielorrusia, Ucrania y Kazajistán acordaron un nuevo mundo postsoviético. Muchas armas nucleares quedaron en estos territorios que las regresaron a Rusia a cambio del respeto de su soberanía, siendo garantes de este memorándum EEUU y China, entre otros.

La influencia de Rusia en la política ucraniana se vio abiertamente materializada cuando se involucró en las elecciones de 2010, donde ganó Yanukóvich, pensando en su propio proyecto de integración con la Unión Euroasiática, donde Ucrania tenía un rol importante. En ese período Ucrania tenía una gran subordinación de Rusia, por sus vínculos de interdependencia económica especialmente en el sector industrial.  En 2013, Yanukóvich debía firma un acuerdo para acercarse a la Unión Europea, pero viajó a Moscú, para demostrar su lealtad con Rusia.  Cuando regresó, surgieron las protestas del Euromaidán -serie de manifestaciones y disturbios heterogéneos de índole europeísta y nacionalista- y Yanukóvich fue incapaz de controlarlas, solicitando ayuda a Rusia para escapar del país. Esto para Rusia fue un golpe de Estado. Hubo caos, ausencia de poder y la aprobación de una ley que estableció el ucraniano como el único idioma para asuntos públicos, lo que fue contraproducente para la población de la península de Crimea y de la zona de Donetsk donde el 90% no lo hablaba (una antesala para la pérdida de Crimea). Esto dio origen al conflicto en la región (2014 – actualidad). No hubo ningún nuevo desarrollo en el 2021, como asegura Putin, y en la actualidad no se puede justificar que un país pretenda tener derecho sobre otro por cuestiones históricas.

La siguiente intervención fue realizada por Geoff Ramsey, director para Venezuela de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA). Su presentación se refirió a la influencia rusa en Venezuela, desde la perspectiva de Washington.

Washington cree que Venezuela ha servido a Putin, como una plataforma en la agenda rusa para confrontar a occidente, por su postura antimperialista y antiamericana. Esta relación se remonta a la extraña conexión de acuerdos entre ambos países desde el 2005. Sin embargo, hay situaciones paradójicas, como los planes para crear una fábrica de fusiles AK47 en Venezuela que no logra concretarse desde hace años. Los intereses de Rusia en Venezuela también tienen una dimensión económica, relacionada con el sector energético, especialmente con Rosneft, la empresa estatal de petróleo y gas natural más grande del mundo. Con Maduro, ese papel ha continuado y a Washington le preocupa la aceleración con la que se ha hablado de esta relación con Rusia. En abril de 2020, luego de las sanciones de EEUU, Rosneft suspendió sus operaciones en Venezuela, pero las vendió a una empresa estatal, lo que evidencia que Putin sigue viendo un beneficio geopolítico con su presencia en Venezuela. También se ha debatido sobre la figura de Ígor Sechin, jefe ejecutivo de Rosneft, que ha sido considerado como el segundo hombre más poderoso de Rusia y con el cual Maduro ha desarrollado una estrecha relación desde hace años.  El debate sobre el rol de los rusos en Venezuela puede entenderse dentro de la lógica de la mejor alternativa a un acuerdo negociado. EEUU considera que mientras Maduro perciba una mejor alternativa, a la de una solución negociada, es poco probable que haya una transición pactada en Venezuela. Por eso, cuando Rusia participó en la última ronda de negociaciones en México, en el 2021, fue una buena señal. El Canciller ruso, Serguéi Lavrov, presionó para retomar esas negociaciones, y se pensó que se retomarían rápido luego de su parálisis en septiembre del mismo año.

Venezuela es una figura geopolítica en la cual Rusia no es el único interesado. Ejemplo de esto son los préstamos por 60.000 millones de dólares que le ha hecho China, comparados a los 20.000 millones de dólares que le ha prestado Rusia, dentro de una lógica oportunista. En cuanto a implicaciones, se debe esperar si Maduro tiene mayores incentivos para tratar de satisfacer a Moscú pues, si bien expresó apoyo a Putin, no ha aclarado si Venezuela reconoce los territorios de Donestk y Lugansk como independientes. La actual crisis también dificulta que el proceso de negociación en México se reanude, puesto que Rusia constituía un país garante junto con Holanda, y ahora será difícil que otro país acepte ser garante junto con Rusia.  Finalmente, como oportunidades, con el enfoque en Rusia y Ucrania, es posible que ahora haya espacio para que Biden presente opciones para negociar en Venezuela y levante sanciones que antes no se podían discutir.

La tercera intervención, realizada por Arlene Tickner profesora de la Universidad del Rosario, inició con algunos elementos de contexto. No es exagerado afirmar que se esté presenciando el fin del mundo como se ha conocido. El orden mundial liberal, que ya estaba en crisis, estalló con la decisión de Putin de realizar la invasión a Ucrania. Ningún experto imaginó que esto podría pasar, pues está arraigado en el imaginario la solvencia de algunos principios y reglas de juego que han regulado las relaciones internacionales y que han garantizado cierto grado de orden. La crisis actual representa una estocada de muerte que vaticina peores momentos para el orden internacional de ahora en adelante. En la coyuntura actual de transición del poder mundial -incluyendo el ascenso de China, la crisis al interior de la Unión Europea y de EEUU, y la alianza Rusia-China-, combinada con el contexto nuclear que rodea este conflicto, es poco lo que se puede hacer para frenar y castigar a Putin. Una respuesta militar no es una opción, pues esto acercaría demasiado a las potencias y habría riesgo de un enfrentamiento de carácter nuclear, pero tampoco han funcionado las sanciones económicas. Es poco lo que hay a disposición de la comunidad internacional para hacer frente a esta grave situación.

La presencia de Rusia en Venezuela ha estado limitada hasta el momento a la venta de armas y equipos, que incluye protección de ataques aéreos de otros países, y asesorías técnico-militares. En medio de la crisis en torno a Ucrania, una de las herramientas de disuasión que ha adoptado Putin es amenazar con aumentar la presencia militar en América Latina. Pero de ahí a que Moscú intervenga en las elecciones en Colombia o que participe en acciones militares en la frontera colombo-venezolana, hay un salto largo y faltan evidencias suficientes. Sin embargo, más que China, Rusia tiene actividades de desinformación importantes, desde medios estatales rusos de la mano de algunos medios venezolanos, pero no hay pruebas que esto se traduzca en un intento de incidir en las elecciones en Colombia. Las acusaciones infundadas e indocumentadas con relación a Rusia son pronunciadas por la obsesión de Duque con Maduro y su salida del poder así como por la obsesión por mantener la cercanía con EEUU. 

Ponerse intencionalmente en medio de un conflicto entre potencias es torpe y profundamente peligroso, aparentando estar tomando partido. En Colombia no se han dimensionado los costos y repercusiones que esto pueda traer y tener en la normalización de las relaciones binacionales con Venezuela. A Colombia y a la región solo le queda un camino en medio de la crisis mundial actual, seguir apelando a los principios que han caracterizado las interacciones internacionales en América Latina: 1) no alinearse, pues coloca al país en medio de un conflicto que no es propio y 2) apelar al respeto del derecho internacional y a la búsqueda de soluciones multilaterales, a la negociación pacífica y al uso de la diplomacia, entre otros.

La cuarta intervención, realizada por Carlos Romero profesor titular jubilado de la Universidad Central de Venezuela, mostró tres etapas de las relaciones colombo-venezolanas.

La primera, los últimos 60 años, cuando los temas principales de carácter bilateral eran referidos a la integración económica y a la delimitación de áreas marinas y submarinas, siendo estos elementos pacíficos; la relación creció de manera positiva en las décadas de los 60, 70, 80 y 90. Si bien en los 40 años de democracia en Venezuela las relaciones habían sido establecidas sobre los temas de integración y el diferendo colombo-venezolano, hubo otros elementos como la migración -de colombianos hacia Venezuela- y la situación fronteriza que no se procesaron.

Luego del triunfo de Chávez en 1998, y el comienzo de su mandato en 1999, las relaciones comenzaron a tener una dinámica diferente. El cambio en la relación, desde la óptica de la política comparada, fue de contraste por las diferencias de dos sistemas políticos -liberal en Colombia y “socialista” en Venezuela-. Entre 1999 y 2019, la relación bilateral tuvo una serie de tropiezos, centrados en la contrastación de los sistemas y los liderazgos políticos y la sospecha mutua sobre la posibilidad de cooperación en el desarrollo de la agenda colombo-venezolana. No solo se trancaron los temas tradicionales sino el migratorio, que cambió, y quedó afectado en su propia evolución, por falta de presencia de los Estados en la dinámica fronteriza y la actuación de grupos armados ilegales o del narcotráfico. La singularidad de esta segunda etapa es que hubo una cadena de insultos que dieron impulso al deterioro de las relaciones bilaterales que se rompieron en 2019.

Ahora puede generarse una tercera etapa, de internacionalización de las relaciones bilaterales. Cada país ha venido estableciendo un vínculo internacional con dos de las potencias supremas del orden internacional, Colombia con EEUU y sus aliados que han llegado a un proceso de descalificación y distanciamiento con la elite gobernante y apadrinamiento de sectores opositores venezolanos y al llamado gobierno interino; y Venezuela con Rusia, con calificativos negativos al gobierno colombiano y al gobierno de EEUU. El 2022, con un cuadro político tan difícil en el orden internacional, refleja esta tercera etapa que profundizaría las rivalidades de Colombia y Venezuela, desde un eje internacional que no habíamos conocido, y la tensión política e ideológica podría convertirse en tensión militar.  Los gobiernos de Colombia y de Venezuela han asomado la posibilidad que en la frontera se pueda repetir una situación como la que se vive en Ucrania, un terreno propicio para una confrontación militar producto del apoyo oportunista que cada uno de estos gobiernos está haciendo con sus socios. Esto perjudica las posibilidades de un pronunciamiento unísono de América Latina a la crisis actual de Ucrania con Rusia. Esta nueva etapa trae dos grandes retos. 1) Cómo vincular la relación bilateral estrecha de ambos países, con sus respectivas alianzas, esto podría llevar a la profundización del abismo entre ambos gobiernos por el cierre de los contactos diplomáticos y políticos, las limitaciones al éxodo venezolano en Colombia y las relaciones comerciales formales, materializando un distanciamiento. 2) Preocupa que varios voceros en ambos países afirmen que esta tensión termine si gana Petro en las elecciones presidenciales en Colombia, pues no se sabe qué decisiones tome respecto a las relaciones binacionales. Habrá más costos si siguen las conductas oportunistas de los gobiernos frente al tema de Ucrania.

Preguntas y discusión

– ¿Qué piensan ustedes sobre las consecuencias que pueda tener el anuncio de Duque de su intención de enviar tropas colombianas a Ucrania?

– ¿Qué se sabe sobre la cantidad de rusos en Venezuela? ¿Hay cifras de militares o soldados?

– Hoy la Asamblea Nacional se reúne para aprobar un acuerdo que dé reconocimiento a los territorios separatista en Ucrania. En caso de darse ese reconocimiento, ¿habría un cambio sustancial en cómo se involucra Venezuela en ese conflicto?

– ¿La situación fronteriza de Venezuela con Colombia puede elevarse hasta niveles de confrontación en medio del proceso electoral, buscando desde la derecha colombiana incrementar el interés de EEUU y de la comunidad internacional contra Maduro? ¿Las lecturas que hacen personas como Francisco Santos, articulando una amenaza China sobre la región podrían tener efecto en sectores de poder en el país?

– ¿Cómo pueden afectar las relaciones entre Venezuela y Colombia, las posiciones de sus respectivos gobiernos en relación con la guerra en Ucrania? ¿Cuáles son los escenarios posibles de evolución de estas relaciones colombo-venezolanas si se profundiza y extiende esa guerra?

– En el caso de un cambio de gobierno, hacia el centro o a la izquierda, ¿qué tan factible es desmontar, en el corto o mediano plazo, la arquitectura de la guerra que se vive en Colombia?

– ¿Cómo cree que esta crisis afecta la situación interna en EEUU?

– Se mencionó el fin del orden mundial como lo conocemos. ¿Qué escenario vendría entonces a partir de esta situación?

VR. Primero sobre el envío de tropas colombianas a Ucrania. Ningún país ha enviado tropas, ni siquiera los de la OTAN, entonces no tiene cabida a menos que las cosas empeoren. Para Colombia sería imprudente involucrarse, debe tener paciencia. Se pueden evitar errores, debemos leer las oportunidades sin tomar partido por una de las partes.

El reconocimiento de los territorios no significa el respeto de las normas del convivencia internacional, sino demostrar el apoyo a Putin. Muchas de las cosas que están sucediendo hoy eran inimaginables. Venezuela es el principal aliado de Rusia en América Latina, hay muchos vínculos que existen entre ambos países, pero no hay forma de conocer datos sobre la cooperación real entre Rusia y Venezuela.

GR. Sobre la reunión de la Asamblea Nacional, puede demostrar divisiones internas sobre el tema, pero por supuesto es un organismo manejado por el ejecutivo. Hasta ahora el hecho que Maduro no ha reconocido explícitamente a estas repúblicas, denota que sería un error con su estrategia de buscar concesiones de Washington.

Del lado estadounidense es interesante que Blinken haya bajado el tono de las amenazas de Rusia de aumentar su presencia militar en América Latina. Esto indica que, por lo menos hasta estos días, hay un intento de dejar abiertos estos espacios y posibilidades de una salida multilateral.

No será fácil pensar una transición democrática en Venezuela, sin una forma básica de comunicación entre los rivales geopolíticos en Venezuela, Rusia, China y EEEU. Pero a futuro puede haber posibilidades de avanzar con el grupo internacional de contacto, como las reuniones del gobierno sueco de alto nivel en 2019 y 2020, que involucró a partes interesadas, formato que puede intentarse reactivar.

AT. Quisiera responder sobre cómo este conflicto afecta la crisis interna en EEUU. Dada la polarización interna, y la imposibilidad de que los republicanos avalen cualquier decisión del gobierno de Biden, el camino que adopte frente a la crisis va a redundar en un mayor debilitamiento de su gobierno y en las posibilidades de que las elecciones de este año impliquen la retoma republicana del Congreso, por lo menos de una de sus cámaras. Trump defendió a Putin y aseguró que si él estuviera en el poder la situación actual no estaría pasando, mensaje que resuena entre los republicanos en la medida que tiene influencia en el partido.

Sobre la neutralidad ante la invasión a Ucrania, esto constituye una violación grotesca de los principios del Derecho Internacional que debe condenarse de las formas más enfáticas posibles, pero de ahí a tomar partido es diferente. Hay maneras de denunciar la violación del Derecho Internacional, hacer llamados a su respeto y a la búsqueda de una solución negociada, manifestando solidaridad con la población de Ucrania, sin tener que ponerse del lado de alguno de los dos bandos. Tanto la posición de Colombia de alianza con EEUU, como la de Venezuela con Rusia, no favorece a ninguno de los dos países. Estas alianzas dificultan aún más el largo camino de normalización de las relaciones bilaterales, porque pone en medio confrontaciones de escala mundial que no son propias, e internacionalizan las relaciones binacionales.

Sobre el cambio del orden mundial, es muy difícil de saber en este momento. El mundo está en un proceso lento de transformación, todavía no se vislumbra qué lo reemplazará. Pero si Rusia y China son evidencias en su conducta del orden que nos espera, será un orden donde las autocracias son aceptables como formas de gobierno, donde la violación de la integridad territorial de los Estados se va validando políticamente y donde los principios liberales comienzan a ser reemplazados por otros. Si bien Putin es el responsable de cruzar la línea roja, no es un proceso que sea de única responsabilidad. Los poderes occidentales también la han tenido con la guerra en Irak y otros países, por ejemplo.

CR. En cifras, hay 450 rusos en Venezuela en dos espacios. Los de carácter militar y los que pertenecen al llamado grupo Wagner, un grupo paramilitar auspiciado por el Estado ruso, con acciones militares en unos casos o con asesorías en otros, como sucede en Venezuela.

Sobre los escenarios posibles, hay tres: que sea una guerra corta al estilo de la guerra de los 6 días de la década de los 60 en Medio Oriente, escalada militar para luego negociar; que sea una guerra total de carácter nuclear; o como un espacio de negociación de paz.

– ¿Cuáles son sus opiniones sobre qué deberían hacer los europeos?

– ¿Cómo China puede tomar esta situación entre las potencias occidentales y Rusia para abrirse camino y acercase a ser la mayor potencial del mundo?

– ¿Cómo debe encaminarse la negociación (Rusia – Ucrania) en vista de la diversidad de problemas (nacional, económico) que son relegados ante la inminente amenaza militar? ¿Cómo debería darse tal negociación en vista de la falta de acción por parte de las instituciones/organizaciones?

– En medio de este escenario que ha provocado Rusia, ¿creen ustedes que China aproveche este momento para avanzar en contra de la independencia de Taiwán?

VR.  Hay vínculos de interdependencia muy desarrollados entre Rusia y Europa, desde los tiempos de la Unión Soviética y que tienen sus raíces en la crisis del petróleo de 1973 cuando ésta aprovechó la apertura del mercado. La infraestructura y las relaciones no son nuevas. En los últimos 10 años hubo un cambio importante en las élites rusas. Conocemos los cambios de la década de los 90, pero la oligarquía de ese momento ya no es la que tiene poder en Rusia. Ahora son élites amigas de Putin, con vínculos de confianza con Putin y que no tienen intereses en occidente.  Las medidas drásticas que menciona Europa no cambiarán las políticas de Rusia, porque las élites no se verán afectadas.

El ambiente político en Rusia hoy es diferente al de 2014, cuando la mayoría de la población de Crimea quería hacer parte de Rusia (ambiente prorruso y de apoyo total). Ahora, los rusos viven en una situación donde el gobierno censura y reprime manifestaciones con condenas absurdas. Hay un rechazo total a la invasión, más allá de la gente que está obligada a decir cosas a favor de Putin.

Sobre China, no hay un apoyo muy activo a Rusia, porque aún le convienen las reglas de convivencia internacional, sí está muy atenta a la reacción de EEUU, en términos de poder real en el sistema internacional. China no es oportunista y su estrategia es a largo plazo.

GR. Los incentivos ante Maduro para avanzar hacia una transición pactada, son los mismo hoy que ayer. Si bien ha habido una recuperación muy leve de la economía venezolana, que ha perdido el 80% de su tamaño en los últimos años y que requiere 30 años para volver a donde estaba, la normalización que desea Maduro solo es posible si se levantan algunas sanciones. Esto sugiere que el mensaje de la comunidad internacional debe ser que regrese la mesa de negociación de las partes venezolanas.

AT. A Putin le han sorprendido las protestas que han aparecido en Rusia frente a la invasión. Sobre China, discrepo en la calificación de no ser oportunista. Su oportunismo tiene un horizonte temporal mucho más largo, de siglos. Si observamos los discursos que ha hecho sobre la crisis de Ucrania, ha sido muy cuidadosa de no tomar partido con nadie y reacia a llamar la crisis una invasión. En cuanto a Taiwán, sí está esperando cuál es la reacción y el alcance de los castigos de la comunidad internacional frente a Rusia, para calibrar su estrategia frente a Taiwán a futuro. Está trazando una línea compleja entre ser una ciudadana respetuosa de las reglas de juegos del orden mundial liberal, que le conviene para proyectarse de manera positiva, y, por otro lado, la expectativa de ver hasta qué punto hay castigos para una invasión, que le gustaría replicar en casos de su esfera de influencia.

Sobre Rusia y China en América Latina, no se ven como una amenaza en la región. Los estilos de China y Rusia para ejercer influencia son muy diferentes, vistos en las estrategias de desinformación que aplican y el tipo de acciones en la región. Rusia lo hace a través de la división y el aprovechamiento de situaciones de inestabilidad para aumentar la polarización. China tiene otra estrategia, apostando a la construcción de una imagen positiva.

CR. El gran ganador de esta situación será China, porque se saca de la agenda bilateral con EEUU la confrontación desde hace un año cuando llegó Biden al gobierno que no se pensaba que Rusia sería el centro de atención, sino China.

La Unión Europea no puede hacer más de lo que ya está haciendo. La mayoría de sus miembros también lo son de la OTAN, han estado comprometidos con la expansión de esta organización, con una particular relación con EEUU y, si bien han tenido intereses económicos con Rusia, están reafirmando su posición.

– ¿Cuál será el futuro de Donetsk y Lugansk?

VR.  El futuro de Donetsk y Lugansk depende del futuro de Ucrania. Cuando estuvimos pensando en las posibilidades de la guerra, solo era la toma de los territorios separatistas, pero ahora se ve de otra forma con la invasión de otras regiones por parte de los rusos. Ucrania puede dejar de existir como un país soberano por algún tiempo.

Además de los participantes habituales, a partir de esta sesión binacional se vinculan de la Universidad del Norte

Gracias a la invitación de PCCV, profesores del Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad del Norte, en Barranquilla, pudieron asistir al panel “La relación colombo-venezolana en la encrucijada geopolítica global”, organizado por PCCV. Sin duda, la temática binacional, se erige como uno de los tópicos de análisis más importantes para las dos disciplinas, debido a la profunda afectación que produce la lamentable crisis venezolana y la actuación desde Colombia al respecto. La trascendencia de la participación de la comunidad Uninorte en el evento, logró no solo despertar el interés, además, generó inquietudes de como involucrarse apoyando las diversas iniciativas que coadyuven en la reconstrucción de las relaciones binacionales y cooperar con la acogida e integración del éxodo poblacional desde Venezuela.

Categories: Documentos, Relatorías

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